Gabriela Villalobos
Historiadora, Dpto.Protección del Patrimonio
125 años de historia
Cuando una institución es centenaria, sus grandes aniversarios son una buena oportunidad para meditar sobre los caminos recorridos y los que faltan por recorrer. Si volvemos nuestra vista atrás veremos cómo los que tuvieron a cargo la institución, también expresaron acorde a su tiempo, cuáles eran sus expectativas, su visión de mundo, cómo valoraban la herencia acumulada de la institución y cómo la celebraron.
El primer gran aniversario conmemorado por la institución fue en 1937, cuando el MNCR cumplió sus primeros 50 años. En esa ocasión se celebró una asamblea en su antigua sede, donde actualmente está la Caja Costarricense de Seguro Social. En dicha actividad, se develó un bronce conmemorativo del cincuentenario y se condecoró con medallas de oro al ex presidente Cleto González Víquez, quien en 1887, cuando se fundó el Museo, era el Ministro de Fomento, y también a Anastasio Alfaro, quien fungió como el primero Director. Después de la entrega de medallas y de la declamación de los discursos hizo una presentación la Banda Militar.
En dicha actividad, Jorge Lines, quien junto a Juvenal Valerio y Otón Jiménez, era parte de la Comisión Organizadora, hizo un recuento de la fundación del MNCR y destacó como el final del siglo XIX fue una época en la cual además se había fortalecido el sistema educativo y se habían creado otras instituciones culturales en el país, al amparo de la expansión del Estado Liberal.
Exhibición de historia natural a finales del siglo XIX. Fotografía de la colección histórica del Museo NacionalPara el momento en que se celebraron los primeros cincuenta años, ya el Museo había tenido algunos cambios en su organización, pues su recorrido había empezado en la Secretaria de Fomento y continuado en la Secretaria de Educación a partir de 1917. Poco después de que se creara la Universidad de Costa Rica en 1940, el Museo se adscribió a la Universidad entre 1944 y 1952; posteriormente su administración estuvo bajo la dirección de una Junta. Finalmente, cuando se creó el Ministerio de Cultura, el Museo pasó en 1971 a ser parte del mismo y retomó un año después la figura del Director, aunque siempre con una Junta Administrativa, como está en la actualidad.
Desde sus orígenes, siempre los temas del poco apoyo del Estado, a veces al punto del abandono, así como las dificultades presupuestarias y la escasez de personal han sido un triste hilo conductor en los informes que año tras año han presentado los responsables del Museo. Pocos creerían que el Museo Nacional empezó solo con dos plazas fijas y que todavía cuando el Museo rondaba sus ochenta años de trayectoria no alcazaba los 10 trabajadores, incluyendo los porteros.
Posiblemente Anastasio Alfaro se sorprendería que 125 años después de su fundación el personal del Museo llega casi a las 100 personas, un crecimiento que empezó fuerte en la década de 1970 y 1980, sobre todo con la ampliación del personal especializado en historia natural y arqueología, y después en el campo ligado a la proyección y educación, situación que en los últimos 30 años le ha cambiado el rostro a la institución.
Respecto a las colecciones del Museo, valioso patrimonio cuyo resguardo es fundamental para el país, el profesor Lines comentaba en su discurso de 1937 que “el conjunto del colecciones del Museo es grande y variado y por lo tanto ofrece amplias oportunidades de estudio al investigador científico o bien al simple amateur”. El tema de las colecciones siempre ha sido un eje fundamental para la institución; por eso, cuando se fundó el Museo el 4 de mayo de 1887, su finalidad era que “se depositen y clasifiquen todos los productos naturales y artísticos que deben servir de base para el estudio de la riqueza y cultura del país”.
En esos años, cuando el Museo dio sus primeros pasos, las colecciones del Museo Nacional se alimentaron originalmente con algunos bienes presentados en la primera gran exposición nacional del país en 1886 y crecieron considerablemente cuando el país participó de forma destacada con ocasión del cuarto centenario de la llegada de Colón a América, en la Exposición Ibero-Americana de en Madrid en 1892 y en la Exposición de Chicago en 1893. Poco después, cuando el Herbario del Instituto Físico Geográfico pasó al Museo, las colecciones del Museo se ampliaron considerablemente.
La investigación científica de carácter más sistemático sobre la rica diversidad natural de este pequeño país del trópico contó con los invaluables aportes de europeos como Henri Pittier, Pablo Biolley y Adolfo Tonduz, o como el caso del costarricense José Cástulo Zeledón, entre otros. En historia natural grandes aportes siguieron haciendo extranjeros y costarricenses en varios campos a lo largo de los años. Para el cincuentenario de la institución, Alberto Brenes ya había dejado una gran huella en las colecciones del Herbario Nacional, sección que retomó su ritmo de investigación a partir de la década de 1970.
En 1937, cuando Lines hacía el balance del devenir de la institución, expresó la preocupación por la falta de publicaciones científicas, comparada a los informes que se hicieron a finales del siglo XIX. Para él seria grato ver que en 1972 se inició con la publicación periódica de la Revista Brenesia a cargo del actual Departamento de Historia Natural y en 1975 con la publicación de la revista Vínculos por parte del Departamento de Antropología de Historia, ambas revistas, hoy por hoy, espacios fundamentales de aporte científico a nivel nacional e internacional en historia natural y arqueología.
En Arqueología la colección “fundadora” tuvo como primer protagonista al legado de José Ramón Rojas Troyo, conformado por más de 3000 bienes provenientes sobre todo de Agua Caliente de Cartago. Poco a poco fueron creciendo las colecciones del museo, también en historia, pero sobre todo en arqueología, campo en donde a partir de la década de 1970 cambió la concepción de la disciplina arqueológica, orientada no solo al objeto por el objeto, sino al estudio científico de su contexto. Sin esa experiencia acumulada no estaríamos en la actualidad impulsando los sitios con esferas de piedra como Patrimonio de la Humanidad ante la UNESCO.
Cuando se estaba celebrando el cincuentenario no obstante pocos eran los avances con respecto a la protección del patrimonio arqueológico, fue más bien cuando el Museo cumple sus 51 años, que la ley de 1938 amplió, aunque siempre con grandes limitaciones, ese rol de protección, hasta llegar a la ley de 1982, que es la que rige actualmente, la cual perfila en gran parte las funciones de los Departamentos de Antropología e Historia y de Protección de Patrimonio Cultural de la institución.
Al final del discurso, Lines nos ofrecía también otro balance, decía que sin embargo, se necesitaba ayuda constante y eficiente para el desarrollo de las actividades culturales de “nuestro Museo”, que debía ser más intensas. Para ese año el Museo contaba con algunas exhibiciones en historia natural y arqueología, tenía bajo su responsabilidad el Parque Bolívar (hasta 1952), y en 1939 amplió sus exposiciones incorporando una sala de banderas, escudos y retratos de expresidentes. No obstante, el gran cambio en cuanto al ritmo de exposiciones se dio cuando el Museo se trasladó a partir de 1949 al antiguo Cuartel Bellavista, actual símbolo de la abolición del ejército en Costa Rica.
Además de las grandes salas de arqueología, historia e historia natural, se hicieron exhibiciones en arte religioso y arte contemporáneo; llegando a ser evidente, sobre en estas últimas décadas, que las exposiciones temporales y las actividades culturales y educativas son un palpitar fundamental que demuestra la vida y vigencia de la institución. En ese sentido el Museo Nacional desarrolló inicialmente el Departamento de Servicios Técnicos, actual Departamento de Proyección Museológica. No obstante, tenemos como tarea pendiente volver a montar la Sala permanente de Historia Natural, renovar las Salas de Historia y de Arqueología y responder adecuadamente a las necesidades locales y regionales en los campos museísticos, responsabilidad que en la actualidad está sobre todo en las manos del Programa de Museo Regionales y Comunitarios.
En la semana de celebración de los 125 años, igual que en sus 50 años, el Museo va a contar como feliz coincidencia con la participación de la Banda de San José, ya no militar; en lugar de medallas y placas, se va a presentar por Correos un sello conmemorativo, ya no a individuos, sino a una institución consolidada. Lo que posiblemente, los distinguidos caballeros y damas que llegaron a la Asamblea de 1937, no podrían concebir es como los retos de divulgar el patrimonio, se haya nutrido de un diálogo más imaginativo con su público, en donde de una elegante asamblea para su cincuentenario, el Museo en sus 125 años va a presentar en la plaza de la Democracia para todo público un espectáculo circense, con luces, música y danza área.
Para ver hacia el futuro, siempre hay que hacer un alto, analizar el camino recorrido y ver lo que nos falta por recorrer. Los 50 años, los 100 años y ahora los 125 años del Museo han sido y deben ser oportunidades no solo para la institución sino para la sociedad en general, de hacer un balance entre lo heredado y por heredar, en una época de grandes cambios económicos, sociales y culturales, en donde la investigación, la protección y la divulgación del patrimonio natural y cultural, se vuelve todavía más necesaria para saber hacia dónde queremos avanzar como país, con diálogo, con compromiso, con visión interdisciplinaria, pero sobre todo con imaginación…
DISFRUTE DE LA EXPOSICIÓN FOTOGRÁFICA DE FRANCISCO COTO
50 AÑOS DE HISTORIA