Pasamos del sabor tropical de Cuba a una oda de belleza y encanto en el Olimpo… La colección Crucero 2017/18 de Chanel enamoró con una presentación casi onírica dentro de su continua búsqueda de la belleza. Inspirada en la parte más estética de la Antigua Grecia, la maison parisina vistió a las diosas con todo su esplendor.
Para ello, Chanel recreó dentro del Grand Palais de París las ruinas del Partenón de Atenas y el Templo de Poseidón de Cabo Sunion. En esta ocasión, se trata de un crucero estático: de cómo viajar sin viajar a mitad de temporada. Pero no por ello deja de ser evocador.
¿El mayor protagonista? Por supuesto, el vestido. Símbolo de poder mitológico, máximo exponente del estilo helénico y arma divina. Combinado con tiaras con trenzas y hojas de laurel, fajines y sandalias de gladiador para enfatizar el aire majestuoso y, al mismo tiempo, absolutamente libre y ligero de la propuesta. Y por supuesto, el tweed combinado con tejidos livianos y de gran movimiento, al bies, drapeados, con tablas y plisados que parecen fáciles pero que llevan detrás un minucioso trabajo de patronaje.
En cuanto a la paleta cromática, el blanco y el dorado se convierten en los mejores colores de la casa parisina. Estos con acentos en azules, negro, terracota y un toque de verde y lavanda. Además de un iridiscente estampado de inspiración olímpica y bordados joya que le dan una aura mágica a cada pieza.
El mito renace así en pleno corazón de la Ciudad de la Luz. Y esto no es del todo casualidad. Pues, en griego, Olimpo significa también «el luminoso». Un lugar de las diosas soñado donde naturaleza y cultura se dan la mano para redefinir, bajo la actual mirada Karl Lagerfeld, el poder de la mujer más allá de lo humano.
Fotografias: Chanel